viernes, 4 de junio de 2010

La nena es comunista

Eran tiempos de ilusiones, donde la militancia era la herramienta para concretarlas.
Allá por los sesenta estaba yo con la Gorda Beba mi amiga y cumpa con la que ibamos a cambiar el mundo, en el bar de la esquina del viejo y querido teatro Fray Mocho. Enfrascadas en lo nuestro (prensa, bonos y panfletos) de pronto advertimos la irrupción de la policía, muy común en esos tiempos. Te pedían documentos y te llevaban "por averiguación de antecedentes" sin mas ni mas aunque no tuvieras una cara sospechosa.

Eran tiempos también en los que todos eran ciudadanos de segunda o de tercera como nosotras, que nos agarraron con todo encima (material del Partido Comunista absolutamente proscripto). Así que sin derecho al pataleo no pudimos zafar y nos llevaron en cana.

Comisaría, tocada de piano como le dicen a la toma de impresiones digitales y a esperar con la Gorda (cara de pánico y yo también) para saber que iban a hacer de nosotras.

Mi apellido -pongámosle García- es por parentesco el mismo que el de un famoso general al que en ese momento, en que nosotras pensábamos vender los bonos y tirar los panfletos, se le había ocurrido dar un golpe de estado. Y lo estaba dando.
De esto nos enteramos la Gorda Beba y yo por que nos tenian esperando en un cuartito en donde había radios o trasmisores. Así fue que escuchábamos que las tropas del General "García" avanzaban hacia...etc.

Fue entonces que se me ocurrió la idea de hacer valer el parentesco, aunque nunca había visto en mi vida al general en cuestión.

Llamé a un policía y le dije:
—Señor, yo soy "García". ¿Usted cree que valdrá la pena molestar al general "García" para que nos saque de esta situación?
El hombre con cara sobradora me contesto:
—Mirá, acá cae mucha gente que se quiere hacer pasar...
—No —lo interrumpí—. Yo no me quiero hacer pasar. Yo soy. Y si puedo hacer una llamada lo voy a demostrar.

Me dieron un teléfono y llamé a mi viejo para ver si podía hacer algo, porque no tenía ni idea del número del general.
Mi viejo no contestó nunca, pero mi actitud decidida hizo que el policía le contara la cosa a un superior, y como realmente se estaba gestando el golpe, decidieron por las dudas dejarnos ir. Por portación de apellido creo.
Cuando dijeron que iban a entregarnos los documentos, se abrió la puerta y entró mi vieja, que avisada por amigos que vieron cuando nos llevaban, irrumpió en la oficina del principal diciendo estas palabras:

—Señor Comisario, la nena es comunista... ¡pero es buena!

Yo no vi la cara del comisario ni escuche qué le contestó. Lo único que guardo en mi memoria es la cara de la Gorda que sin palabras me decía:

—Flaca... de acá no salimos mas.

Mi viejo no atendió el teléfono porque tenía al general escondido en su casa.
Ni la Gorda ni yo hicimos la revolución.
El si dió el golpe.

7 comentarios:

  1. Me encanta esta historia! Queremos mas!

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  2. Genial, me encanto!!!

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  3. A la mierda!!! Este Blog con mistica tanguera y olor a vino decantado arranco con toda la carne al asador, habrá muchas mas historias con este nivel??? ojalá! felicitaciones...

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  4. Hola Lucía !!!!

    Bienvenida al mundo blogueril.
    Seguiré rondando por aquí, leyéndote.

    Besos grandes,
    grandes besos,
    APG

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  5. Buenisimo, llegue a este blog por pura casualidad,lei varias veces las dos historias. Que buenas estan!!!, me mato lo de "La nena es Comunista... pero es buena!" jajaja

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  6. Muy buena historia !!!
    Ya me habian dicho mis hijos, estan re buenas...
    Besos Olga

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  7. Muy buen relato. Es raro leerla después de haberla escuchado millones de veces de tu propia boca.
    Por suerte a vos te dejaron ir. A mí, como mi apellido no les decía nada, me dejaron toda la noche adentro por "averiguación de antecedentes"...asíjustificaban el ingreso de un número de boludos por día.
    Felicitaciones!!

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