viernes, 18 de junio de 2010

No quiero decirte adiós

Los grandes como Saramago no mueren nunca. En los libros que dejan queda encendida para siempre la llama de su talento, que seguramente alimentará a muchas generaciones. Esa es la ventaja que tienen sobre los mortales. Lloramos al ser humano que nos deja. Celebramos su paso por el mundo en lo mejor que queda de él: su obra.

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